Durante los últimos cino años, la volatilidad de la información y esconder cualquier dato que esté en formato digital se ha hecho prácticamente imposible. Uno tras otro, informadores o activistas del siglo XXI como Edward Snowden, que seguirá en Moscú exiliado, mientras permanezca la decisión de Barack Obama de aplicarle la ley de Espionaje; u otros como el banquero americano Bradley Birkenfeld, que a diferencia, ha sido premiado con millones de dólares por sus informaciones sobre el banco suizo UBS o como “el buen samaritano”, responsable de la filtración de los Panama Papers, que según este último, va a resultar que se llama “Mister CIA”.
En menos de 10 años, cientos de puestos de trabajo han desaparecido y costumbres que teníamos arraigadas desde tiempos inmemoriales, ya no existen; pero se han transformado en nuevas formas de comunicación como las redes sociales o las plataformas con el concepto basado en la nueva Sharing Economy, que permiten que cualquier usuario registrado, opine y comente sobre un servicio, un producto e incluso sobre el trabajo de una persona en concreto.
Y precisamente, porque vivimos en una revolución donde el valor de lo digital y su alcance, es omnipresente e imparable, me parece una soberana estupidez el pagar un certificado de calidad, de esos que se cuelgan en la pared, o de los que se pone un GIF en una esquinita de la página web, cuando en los perfiles de Twitter o Facebook, ponen a parir esa misma empresa. ¿De qué nos vale “un sello o marca de calidad”, cuando la opinión de miles de usuarios es negativa y deja por los suelos la reputación de una compañía? ¿Qué mejor control e indicador de control puede tener un alojamiento o un restaurante, con cientos de comentarios positivos o negativos en Airbnb o TripAdvisor? Si hiciésemos una encuesta: ¿En quién confiarías más? ¿En un certificado de calidad ISO carísimo, o en 10.000 opiniones favorables en cualquier Red Social? 😉
(Aquí se puede continuar leyendo este artículo de Javier Sirvent publicado en el número 69 de Relación Cliente Mag).