Mayordomos virtuales

El País-En la pantalla del ordenador un mayordomo virtual mantiene un diálogo con el propietario de la casa. El segundo manda; el primero cumple. Sobre el plasma del portátil, un plano de la vivienda indica las operaciones que se están realizando.

 

Ahora toca reservar unas entradas para el espectáculo de ópera de esta noche. Una teleoperadora, también virtual, mantiene con el usuario una conversación, en un tono de total naturalidad, acerca de las butacas que desea, el precio, el modo de pago… la operadora tiene un aspecto sexy (su imagen aparece en la pantalla) y el comprador se va trastocando en conquistador… Primero insinúa que quiere quedar con la operadora, a lo que ésta hace oídos sordos; finalmente, le pregunta directamente a qué hora acaba de trabajar… lo que provoca el enfado virtual de la vendedora. Nada, excepto el ciberaspecto de la mujer, indica que estas conversaciones se mantengan con seres salidos de la imaginación de un programador.

 

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