Transformar personas y potenciar equipos para hacer de esta práctica una palanca de éxito

personasSobre el valor de las personas en las organizaciones y cómo pueden las empresas aprovechar sus potencialidades, escriben este artículo Mónica Esteban, responsable de formación de las plataformas de Murcia y Alicante en ISGF, y Nydia del Rey Díaz, responsable de formación de la plataforma de Madrid de la misma compañía.

Detrás de cada resultado sobresaliente hay personas comprometidas, capacitadas y, sobre todo, valoradas y, en esa ecuación, el elemento fundamental es como se entienda y enfoque la formación dentro de cada organización. Es importante asumir y entender la formación no como un gasto, sino como una inversión estratégica para el desarrollo de competencias, el bienestar del equipo y, en última instancia, el éxito de toda la organización.

Un punto de partida crítico debería ser el no limitamos a formar a nuestros equipos en las tareas específicas de su puesto. Mas allá de las competencias puramente técnicas del puesto de trabajo, hay otras habilidades esenciales que son las que realmente marcan la diferencia: comunicación asertiva, resolución de conflictos, liderazgo, gestión emocional, negociación y trabajo en equipo, entre otras.

Debemos desarrollar los procesos de formación pensando en el desarrollo integral de cada persona. Desde los primeros días, ofreciendo formaciones iniciales para que las nuevas incorporaciones se sientan integradas y preparadas, hasta sesiones de desarrollo profesional más específicas, para quienes ya llevan tiempo en la compañía. El objetivo es claro: dotar a las personas de herramientas que les sirvan tanto en el ámbito laboral como en su vida personal ya que ambos ámbitos interactúan claramente entre sí, y solo potenciando ambos como un todo integral estaremos en el camino de la excelencia.

Diseño a medida

Sabemos que cada equipo y cada servicio tienen necesidades únicas. Por eso, no podemos basarnos en soluciones genéricas. Los programas de formación deben personalizarse para cada área y alinearse con las características y objetivos específicos de cada equipo.

Estas formaciones no solo deben abarcan los aspectos técnicos del trabajo, sino que también deben estar centradas en las personas. Tenemos que buscar que nuestros empleados se sientan escuchados y comprendidos, porque es importante entender que detrás de cada puesto hay talentos, inquietudes y emociones que debemos cuidar y potenciar.

El pilar del bienestar

El bienestar emocional y mental es un elemento clave para conseguir mantener un entorno de trabajo saludable y productivo. Por eso, contar con profesionales especializados, como psicólogos y coaches, que acompañen a los equipos no solo en momentos de dificultad para ayudarles a superarlos, sino también potenciando sus fortalezas en su día a día.

Ofrecer sesiones de coaching y programas de bienestar que ayuden a los empleados a gestionar sus emociones, desarrollar habilidades de comunicación efectiva y enfrentar los retos laborales con confianza, es siempre una buena alternativa. Este enfoque contribuye a generar un ambiente laboral positivo, donde las personas se sienten motivadas y valoradas, lo que va a influir eficazmente en el desarrollo de su trabajo y, por extensión, en unos mejores resultados, tanto para el empleado, como para la empresa, como para el cliente.

Desarrollo constante de las personas

Otro axioma importante a tener en cuenta, es que la formación no puede ser un evento aislado, tiene que estructurarse como un proceso continuo que, a modo de ejemplo, podríamos organizar en tres tipologías diferentes:

Formaciones iniciales: Para que cada empleado se sienta preparado y seguro desde el primer día con apoyo continuo por parte del equipo de formación.

Adecuaciones al puesto: Capacitación específica para las tareas y responsabilidades de cada rol tanto para empleados de incorporación externa como para a aquellos que vienen de otros servicios internos de la compañía.

Formaciones de desarrollo y bienestar: Pensadas para quienes ya llevan tiempo en la empresa, con el objetivo de mantener alta la motivación y el compromiso.

Programas que abarquen desde temas técnicos, hasta dinámicas prácticas y amenas que fomenten todo tipo de habilidades, centrándonos también en los equipos de estructura y dirigiéndoles en métodos que mejoran los feedbacks que dan a sus equipos.

En este punto no podemos olvidar trabajar también competencias emocionales que no solo mejoran el desempeño laboral, sino que también impactan positivamente en la vida personal de los empleados.

(El artículo completo se puede leer aquí, en el número 104 de Relación Cliente Magazine).

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